Este viernes 11 de marzo asume la presidencia de Chile Gabriel Boric y con él, asume la gran responsabilidad de sacar un país que hasta el 2019 venía siendo ejemplo en América Latina y desde entonces la situación política y económica cambio y ahora deberá estar a la altura de las expectativas que el pueblo chileno puso en su voto.
El país, además de la pandemia, se enfrenta a masivas protestas contra el alza de pasajes del transporte público que derivaron en desórdenes, saqueos y petición de renuncia del presidente Sebastián Piñera; también exigen un cambio en la Constitución Nacional para reemplazarla por la firmada por el dictador Augusto Pinochet en 1980; y enfrentan una migración masiva por el norte por parte de ciudadanos Venezolanos y Bolivianos.
Todo eso sumado a que el país pasará de ser gobernado por un Gobierno de centroderecha a uno de izquierda, por lo que deberá de enfrentar la presión de los partidos opositores y evitar que el pueblo caiga en una grieta política como lo hemos visto en otros países de la región.
Los analistas coinciden en que las señales más claras las va a dar cuando nombre al crucial ministro de Hacienda con el que le dirá al mundo cómo va a manejar la economía y, una vez en el poder, en cómo va a ir conduciendo el proceso de la Asamblea Constituyente que a fines de 2022 le entregará un texto para plebiscitar. En cuanto a la política internacional, pareciera que va a ser estrictamente pragmático. Ya anunció que estará basada en el absoluto respeto a los Derechos Humanos y esto ya lo aleja del PC y el apoyo de ese partido a los autoritarismos de Maduro y Ortega. Sabe que los principales socios comerciales de Chile son Estados Unidos y China. Tendrá que ser un equilibrista de fuste para no enojar a alguno de los dos, enfrentados por el liderazgo global.
Regionalmente, Uruguay podría ser un socio para Chile; debido a que con Brasil, los chilenos nunca tuvieron una sintonía fina; mientras que la izquierda chilena no se lleva con el peronismo argentino.