Por Baby Etchecopar
La puta, como me duele, realmente me cuesta a mí que nunca me costó hilar una frase que explique lo qué pasa, la bronca, la impotencia, la injusticia de mirar para arriba y preguntarse, “flaco que me estás haciendo?” No se entiende que ya no este, no se entiende que se haya ido, y hasta último momento fue bueno, bue compañero, buen profesional, buen amigo, siempre con una sonrisa, esa sonrisa grande de oreja a oreja, siempre para todos, siempre creando.
Cuando apareció la porquería está la tapo con una gorra y nos siguió divirtiendo, ya era una marca. Había que verlo porque no íbamos a encontrar maldad, ni doble sentido, ni golpes bajos, ni chusmerío, ni criticas, ni alcahueterias de alcoba para lograr un punto más de rating.
Siempre igual, puro, transparente, cordial, educado, con un sexto sentido que le hacía dar cuenta quien tenía que promocionar un show o quien se tenía que hacer ver para que los productores lo recuerden y lo contraten.
Encontrarse en un canal siempre era un buen momento. Siempre era un buen consejo en voz baja. Siempre era EL.
Petiso, gordito, anteojudo, y tan seductor que te lo llevarías a tu casa para tenerlo de hermano.
Galán de todas las edades, héroe de los buenos momentos, maestro de la TV simple, pura y talentosa.
Cuando gente como vos se va, se van pedazos de la vida de uno. Mucho dolor, irreparable dolor. No te voy a recordar jamás porque para mi vas a seguir estando como cada vez que nos veíamos y nos abrazábamos, nos autocriticábamos en el papel de 2 perdedores de este medio que solo siendo gorditos, petisos y no muy agraciado no entendíamos como todo lo que hacíamos tenía rating ya que éramos lo opuesto a lo que la TV pedía.
Me quede solo, no sé con quien más podré reírme de mi mismo en un medio como el nuestro donde todos se creen espléndidos.
Hermano querido te fuiste y no pudimos descular que veía la gente en nosotros, pero si se que viene en vos, a ese amigo que pensé que nunca se podía morir.
Te quiero con el alma
Baby