El durísimo testimonio de un joven padre ucraniano quien desea la muerte de Putin
Oleg Rubak vio su vida totalmente afectada en apenas segundos.
En medio de los escombros, de lo que fuera su hogar, el hombre llora al narrar lo que le ha tocado atravesar.
Es una de las tantas víctimas inocentes de una violenta guerra declarada por Rusia contra Ucrania, el pasado 24 de febrero.
Cuenta que se encontraba jugando con su pequeña hija de un año y medio, en la sala de estar de su humilde morada, ubicada en la localidad de Jytomyr, a unos 150 kilómetros de Kiev, cuando un bombardeo destrozó su vida.
El primer misil explotó a un costado de la casa de Oleg, donde se hallaba su esposa; se llamaba Katia, tenía 29 años y apenas un instante antes había compartido un momento con su esposo y la hija de ambos.
“Espero que en este momento ella esté en el paraíso” dice entre llantos el joven ingeniero de 32 años y agrega entre un susurro ahogado “que todo sea perfecto, ahora, para ella”.
En medio de los escombros pide que el mundo entero conozca su historia a la cual califica como el propio infierno.
La segunda bomba impactó del otro lado de la casa, dejando un cráter de 5 metros de profundidad.
Al fondo del mismo, puede verse agua, barro, restos de muros, estructuras y muebles destruidos.
Luego de la explosión, el joven buscó a tientas y entre la nube de polvo, su teléfono celular con el cual iluminarse para hallar a su hija.
Narra que la niña estaba inmóvil, y se sintió morir, hasta que le tomó la mano y la pequeña comenzó a llorar. “Fue el sonido más bello que he escuchado en mi vida”, confiesa.
Sin embargo, el cadáver de Katia yacía bajo una montaña de ladrillos y restos de vigas, que Oleg intentó desesperadamente apartar con sus manos, llegando incluso a romperse los huesos de ambas manos.
En medio de la conmoción y el llanto angustiado el joven le deseó la muerte al Presidente Ruso, “Que se muera, que se pudra en el infierno para siempre”.
Mientras tanto, las autoridades locales indicaron que los bombarderos de ese día, causaron al menos la muerte de tres habitantes del lugar y dejaron más de veinte heridos entre adultos y niños.
En el centro de la localidad, decenas de voluntarios procedieron a limpiar los restos de las estructuras que se desmoronaron con los bombardeos, entre ellas, casas de familias y comercios.