Construida a 130 metros de profundidad en las islas Svalbard, el almacén subterráneo conserva en su interior más de un millon de semillas procedentes de todo el mundo.

La agricultura fue el germen de lo que somos hoy. Gracias al cultivo de la tierra dejamos de ser nómadas para convertirnos en sedentarios, de cazadores recolectores a productores de alimentos. Un equilibrio que el cambio climático y sus efectos secundarios amenaza con destruir. Por ese motivo, en 2008, se construyó en las islas Svalbard (Noruega) el Banco Mundial de Semillas. También conocido como la ‘bóveda del fin del mundo’, este edificio apocalíptico en mitad del hielo funciona como un enorme depósito en el que se guardan más de un millón de muestras de semillas de todo el mundo.

Éste edificio apocalíptico en Noruega a mitad del hielo funciona como un enorme depósito en el que se guardan más de un millón de muestras de semillas de todo el mundo en caso de una catástrofe global… Excavado en la montaña, el edificio se adentra en su interior a una profundidad de 130 metros.

En la primera mitad del siglo XX, el genetista pionero Nikolai Vavilov viajó por los 5 continentes reuniendo un tesoro de las semillas del mundo. Soñó que la ciencia podría ser el medio para acabar con el hambre. Su negativa a decir una mentira científica le costó la vida. El heroísmo de sus colegas y su impacto directo en su vida es una de las historias más conmovedoras en la historia de la ciencia:

700,000 personas murieron de hambre en Leningrado que estaba sitiada por los alemanes desde 1941 hasta 1944.
Los protectores del tesoro de Vavilov sucumbieron al hambre rodeados de abundancia que su honor les impedía consumir. El botánico Alexander Shchukin, especialista en Cacahuates, Liliya Rodina, experta en avena, dimitry Ivanov, autoridad mundial en arroz, los botánicos murieron de hambre y sin embargo no faltaba ni un solo grano de arroz en el banco de semillas de Leningrado.

La instalación solo deja ver la entrada, un rectángulo de hormigón encastado entre la nieve y la roca que bien parece ser un portal hacia otro mundo. Excavado en la montaña, el edificio se adentra en su interior a una profundidad de 130 metros. Sus diseñadores lo construyeron así para evitar cualquier catástrofe y mantener a salvo las semillas que se encuentran a una temperatura media de -18 grados. Sin embargo, en 2017 el ministro de Agricultura de Noruega informó que el deshielo del permafrost está causando daños en la estructura y el agua puede llegar a filtrarse, por lo que destruiría las semillas.