por Luis Ventura

Los abogados y los bufetes judiciales de la voluptuosa modelo Luciana Salazar y el poderoso economista argentino Martín Redrado se renuevan y refuerzan los amparos y los bozales para que no se hable más de sus amores y desamores en el conflicto pasional que recrean desde hace muchos años.
Ambos piden respeto, recato y silencio con el tema que los enfrenta en la vida, en la alcoba y en la Justicia, pero después son ellos mismos los que quiebran todas las prohibiciones y totas las cautelas.
Cuando todo parecía calmo y tranquilo, tras todas las inhibiciones solicitadas pública y judicialmente, es la blonda Salazar quien sale a declarar en el medio del reality de Marcelo Tinelli, “la Academia”, que ella le había sido infiel a Redrado cuando estaban en pareja, aunque ellos lo negaban y desmentían. ¿Era necesario ante tanta paz?… Sin embargo pasó.
¿Cuántas veces declararon que no estaban en pareja?… Muchas, pero muchas veces… Sin embargo, cuando ya se amaban, desmentían pero salían escondidos en los baúles de sus autos de alta gama. Se ocultaban a las miradas mediáticas. Era así.
También subieron a los medios televisivos y digitales, imágenes de maleficios congelados en los freezers de sus heladeras particulares, se rebolearon nombres de terceros, cuartos y quintos en discordia y no dejaron de filtrar fotografías en las que el economista y político argentino quedaba asociado a la pequeña hija de Luciana, la niña Matilda que ya supo ganar un premio Martín Fierro Digital, y a la que él visitaba y por quien Redrado invirtió una verdadera fortuna para potenciar un sistema de maternidad muy costoso para que naciera.
Los hijos mayores de Martín, fruto de su matrimonio disuelto con Ivana Pagés, han sido los principales enemigos del amor de Salazar con Redrado, que siguen agitando los medios con amores y desencuentros donde tanto uno como el otro no hacen más que continuar escribiendo nuevos capítulos de un culebrón que parece interminable y se proyecta para llevarse el título de eterno.
Y en el medio de tanta pirotecnia verbal y pública, los medios y los abogados se siguen haciendo verdaderos festines que no saben de treguas ni respiros. ¡Hasta el próximo capítulo, gente! Hasta la miniserie no paramos.