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Miserias de la geopolítica. - Diario El Este

Miserias de la geopolítica.

Habitualmente Twitter es la cloaca de las redes sociales. La más política de todas, tal vez por sus características de brevedad, es la que más favorece el comportamiento en manada o patota, de personas que piensan de forma parecida, agrediendo e insultando a otras que piensan diferente.

Sin embargo, de vez en cuando se encuentran publicaciones interesantes. Además de algunas publicaciones sobre ciencia (sobre todo Astronomía) el otro día me encontré con un tweet de un ciudadano norteamericano, que frente a las imágenes de un bombardeo ruso a Ucrania, recordaba y se ponía en la piel de lo que debieron sentir los ciudadanos irakíes al recibir los bombardeos y la invasión de su país en 2003.

Recordemos: en el año 2003, con la memoria aún fresca del atentado a las Torres Gemelas en 2001 y luego de la invasión a Afganistán con apoyo de la comunidad internacional, una coalición de países liderada por Estados Unidos, resolvió que era necesario invadir Irak para sacar del poder a Saddam Hussein con el argumento de que éste poseía armas de destrucción masiva.

De este modo se inició la Segunda Guerra del Golfo, 12 años después que la primera. La diferencia es que mientras la primera fue debido a la invasión de Irak a Kuwait, en 2003 Irak no había agredido ni invadido a ningún Estado soberano. Y las supuestas armas de destrucción masiva, nunca fueron encontradas, porque años después se confirmó que se había fabricado las ‘’evidencias’’ mostradas en la Asamblea General de la ONU.

Nada importó. Irak había sido invadido con la excusa de una ‘’guerra preventiva’’, un mamarracho inexistente en el Derecho Internacional, como el del ‘’espacio vital’’ de la Alemania nazi o la actual ‘’desnazificación’’ que Putin pretende llevar adelante en Ucrania.

Ya me referí, en una editorial de hace unas cuantas semanas, a la situación de Kosovo. Históricamente una provincia de Serbia, cuenta con una mayoría de población albanesa y religión musulmana. Es algo similar a las provincias separatistas ucranianas de mayoría rusófona. La diferencia es que en 2008 la OTAN y la mayoría de miembros de la Unión Europea reconocieron la independencia de facto de Kosovo, sin que importaran nada las protestas ni la integridad territorial de Serbia; y éste país, que no es una potencia militar y aspira a ingresar a la Unión Europea, ha tenido que convivir desde entonces con esta situación y lo único que puede hacer es protestar y negarse a reconocer al nuevo ‘’Estado’’.

La excepción con la situación Serbia-Kosovo, ha sido España, quien lógicamente no está interesada en reconocer ninguna independencia de ninguna provincia o región por cuestiones étnicas, ya que dentro de sus fronteras tiene el problema nada menor del independentismo catalán, y (ahora) en menor medida del nacionalismo vasco. Ucrania tampoco reconoce a Kosovo por la misma razón: la existencia de sus provincias de mayoría de origen ruso. Y Rusia tampoco lo reconoce, porque Serbia es un estado eslavo, como Rusia y Ucrania.

España es protagonista, pero negativa, del siguiente ejemplo. Hasta 1975 fue la potencia colonial que ocupó el territorio del Sahara Occidental. Al abandonarlo, pese a que debería haberse convertido en un Estado soberano, fue ocupado y dividido por los ejércitos marroquí y mauritano. El pueblo saharaui rápidamente organizó una resistencia armada, el Frente Polisario, que logró derrotar a Mauritania, pero que no ha podido lograr avances frente a la mejor disciplina y armamento de Marruecos, que controla la mayor parte de lo que debería ser la República Árabe Saharaui.

Poco antes de dejar la presidencia, Donald Trump negoció el reconocimiento norteamericano a la ‘’soberanía’’ marroquí sobre el Sahara Occidental, a cambio de que Marruecos reconociera al Estado de Israel.

La noticia debería haber generado oleadas de indignación en la comunidad internacional, porque es el más penoso ejemplo de las miserias e hipocresías diplomáticas, peroen realidad pasó sin pena ni gloria en la catarata de información mediática que vivimos. Y ahora, hace pocas semanas el gobierno español, dando un giro a la que ha sido su política oficial respecto a la situación, ha salido a respaldar un plan marroquí de autonomía para el Sahara, que no incluye su posible independencia.

Israel, por su parte, es uno de los estados que no reconoce oficialmente el genocidio del pueblo armenio. La razón de esto es que Turquía es uno de los pocos estados de la región con quien mantiene relaciones diplomáticas fluidas, por lo cual no quiere enemistarse. Por ello, la política oficial del estado israelí hasta ahora, ha sido que es un tema que deben resolver ambos estados, Turquía y Armenia.

La pregunta es: ¿qué respuesta daría Israel si Uruguay un día decide dejar de reconocer el Holocausto, y declara que es un tema que deben resolver Israel y Alemania?

A lo que voy con esta nota es que los países pequeños. Aquellos que no somos ni potencias militares, ni económicas, ni demográficas, como Serbia, Ucrania, Armenia, el Sahara Occidental, y Uruguay, tenemos la sola defensa del Derecho Internacional frente a las arbitrariedades y abusos que los estados más poderosos, de vez en cuando se creen con derecho a llevar a cabo, por la razón que sea. Ni siquiera las precisan por eso, porque se saben poderosos y les sale el matón de adentro.

Hoy es Rusia, así como hace 19 años fue Estados Unidos con el Reino Unido. O Marruecos desde hace 40 años con una franja árida sobre el Atlántico. O Israel con los armenios para no enojar a Turquía.

El camino, como desde 1945, sigue siendo el de construir y consolidar una comunidad internacional sólida, y que hasta los estados poderosos se sientan obligados a respetarla. 

Como demuestra la Historia, es más fácil soñarlo que lograrlo.