Nuestra columna es un bostezo a la hiperactividad informativa, un espacio de acercamiento al arte a través de propuestas semanales que inviten al lector a conectar con la amplitud y reflexión creativa.
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VAHO
Escritora: Nadia Sención
Mientras el nubarrón eléctrico se asomaba por el Este, sentí el impulso de cancelar mi cita con Pedro. Hipnotizada frente al ventanal de la cocina, mi imaginación creaneaba alguna excusa creíble para zafar del incómodo encuentro y descorchar dignamente un vino en compañía de Netflix y mi gato.
El muchacho parecía bastante atinado en el chat, al menos percibí que sus mensajes eran enviados desde el hemisferio norte, por lo que sentí darle una chance a mi incoherencia e invitarlo a casa. Asalté mi placard sometiendo a las prendas que estaban quietitas desde el invierno anterior, y en un acto de súplica les pedí que cedieran un par de centímetros para dejarme respirar. La dinámica sadomasoquista terminó cuando finalmente entendí que ya no era talle 26 y recaí en el fiel abrazo de las calzas.
Pedro dijo que llegaba tipo 20:20h. Su inútil exactitud me hizo bajar dos cambios y decidí no maquillarme. Respondí: “Jaja, dale a eso de 20:30 está bien, trae postre” Mientras daba la última pitada antes de devolver la atención a los destellos ruidosos en la ventana.
¿Y si le digo que me acabo de enterar que soy contacto Covid? Esa nunca falla… Improvisé mantenerme en el imaginario y no hacer nada. Cuando el reloj se acercó a las 20:00h el estruendo de mis tripas silenció la tormenta. Apurada me pinté los labios de rojo para desviar la atención de mis calzas. Me encontré con Cami en el hall y marchamos juntas rumbo al minimarket. Entré sola directo a la góndola de bebidas espirituosas. Repasaba las opciones midiendo la expectativa de la cita: hoy la calidad pinta para un $350 máximo. Las buenas noches siempre tienen un vino de $700 y el licor de huevo en el tanque de reserva.
Cuando llegué a la caja quedé fascinada con el verde aceituna de los faroles del cajero. Arqueé una ceja y le clavé la mirada jugando a tener quince tras el biombo facial. Noté que me devolvió la mirada sin exagerar los gestos. Aprecié con ternura el nombre bordado al sweater. Juan P. Alvez. Pagué y lo sorprendí agradeciéndole por su nombre.
Al salir del minimarke noté que Cami ya se había ido. Apenas pisé la calle, empezó a llover a cántaros. Retrocedí a los saltos. Lo primero que vi fue a Juan. Sentí una vergüenza ineludible. Me había hecho la linda llamándolo por su nombre y escabulléndome entre el misterio, y ahora la lluvia me devolvió a la escena en un acto automático frente a las inofensivas gotas de agua.
Juan entrecerró los ojos y luego los abrió como el dos de oro: todo se iluminó. Hicimos chistes malísimos sobre la humedad y me dio un pack de servilletas de papel para simbólicamente secarme. Creo que de nuestros ojos salían chispas. Me preguntó si estaba ante una noche sin tantas pretensiones mientras dirigía su mirada burlesca hacia el vino de precio inclusivo que llevaba. Estoy abierta a las oportunidades, le respondí dándole una señal de aura. Juan quedó suspendido en un silencio de comedia romántica de los noventa.
Por momentos olvidé por completo que eran poco más de las 20:20 y que quizás Pedro estaría pegado al timbre de mi edificio. Juan desvió la mirada hacia la computadora y agarró con prisa el celular para teclear concentrado. Intenté no mirarlo pero quedé tildada observando con asombro la
Desnudez de su cara. Sentí el cosquilleo de la ilusión en mi panza como hacía décadas no experimentaba. La notificación de mi celular me sacó prontamente de la nube. Ahora era Juan quien me observaba curioso. Mi respiración agitada hizo que empañara mis lentes. Me saqué el tapabocas exagerando la inhalación y miré el mensaje que acababa de mandar Pedro. ¿Por qué no le dije lo del contacto Covid o le decía que estaba con una descompostura tremenda?
“Caro, estoy demorado, llego a las 20:42”.
“Sabés que me acaba de avisar mi amiga que es contacto Covid? Apenas me haga el hisopado te aviso. Beso.”
Al instante puse el celular en modo avión para evitar el intercambio de mentiras. Estaba en un buen momento. Volví mi atención al presente y le pregunté a Juan si podía cambiar el vino, mientras ya apoyaba una botella de Malbec chileno en el mostrador. “Parece que tus pretensiones subieron de categoría.” Me sonrió y volvió a fijar la mirada en la pantalla sin dar pie al diálogo. Me quedé en la caja unos segundos esperando que me dijera algo. Incluso estuve a punto de proponerle una aventura fugaz.
“¿Que llevarías a una cita como postre chocolate o helado?”
“Con el vino va mejor el chocolate…”
Juan volvió sus ojos aceituna al celular y después de unos segundos en suspenso lo puso boca abajo, haciendo una mueca indescifrable: “Parece que para mí ni vino ni chocolate: me acaban de clavar.”

“El mundo terrenal pertenece a soñadores que resbalan en agujeros y resurgen como sea”
Mariana Bakst @bakst.mariana
Recomendado de la semana
Mariana Bakst @bakst.mariana
Libro
Cartas a Theo
Vincent Van Gogh
“Ese algo que se llama alma se pretende que no muere nunca, y que se vive siempre y busca siempre y siempre, más aún», Vicent Van Gogh a su hermano Theo. ¿Compleja su gramática y redacción? La obra «Cartas a Theo» recopila 265 cartas y 110 ilustraciones, legítimas, sin correcciones, enviadas por Vincent a Theo. Una lectura que invita a leer bajo la luz de las velas para sentir al pintor creando junto a ellas. Sus líneas se encuentran envueltas de sinceridad y de fuego ardiente; V. V. G. exhibe su fidelidad en la infidelidad. Independientemente, del foco principal de la relación entre hermanos, del desconocimiento con certeza del motivo de su muerte; el holandés, representante del naturalismo, revela su perseverancia ante las críticas negativas sobre sus creaciones. Relata los diversos status reflejados en los materiales de los pintores de la época. Colorea la realidad misma, al ser humano en sus 360 grados.
Sus letras desafían al arte en sí; avanza al más allá. Sus escritos colaboran a valorar a las personas que rodean la vida de uno.
Al finalizar el libro, quizás, Vincent Van Gogh se convierta en el artista por excelencia de cada individuo; quien aborrece el amarillo cambia sobre gustos. Tal vez, los lectores más escépticos comienzan aceptar al relativismo.
1 comentario en “Movimiento Infradecadente”
momentis fugaces que dejan o no huella!🌹