Nuestra columna es un bostezo a la hiperactividad informativa, un espacio de acercamiento al arte a
Través de propuestas semanales que inviten al lector a conectar con la amplitud y reflexión creativa.
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TANGENTE
Escritora: Romina Schmidt @thegirlwhocriedwolf17
Era uno de esos días… esos en los que no importa que el sol salga de entre las nubes, iluminando con sus cálidos y brillantes rayos, haciendo que todo se vea con una cierta luz de alegría y optimismo, porque, a mi parecer, todo era azul. Esa sensación de que no importa que tanto nades, que tanto lo intentes, en algún momento te ahogaras, entonces sólo dejas que las olas te dirijan a dónde quieran ir. Donde quieren llevarte. Porque ya no vale el esfuerzo de seguir batallando contra la corriente.
La oscuridad me consume en una habitación completamente iluminada, fría, ignorando el típico clima de la estación veraniega. Un escalofrío recorre mi cuerpo lentamente, haciendo que lo sienta en cada esquina, levantando cada pelo.
Hundiendo la cara en la acolchonada almohada, me imagino en otro lugar, buscando un escape al espiral de emociones que me traga con rapidez, que me devora como una hambrienta llama, destruyendo todo a su paso, tanto lo bueno como lo malo. Dejándome en la nada.
Como una llama de esperanza que se enciende en medio de la espesa soledad, un recuerdo acude a mi rescate. Podía percibir el viento helado en mi cara, estirándola hacia atrás, mientras el auto avanza a la máxima velocidad permitida, sin destino alguno. Porque así se siente la juventud.
A veces en el volante con un presumible dirección, a cargo de la situación; a veces de copiloto, controlando para que todo salga lo mejor posible, disfrutando un poco más del viaje; y otras en el asiento trasero, dejándose llevar completamente por lo que sea que este tenga planeado para ti, con miedo, con incertidumbre, con preocupaciones, sí, pero también con entusiasmo, porque no hay mejor lugar que ese para disfrutar plenamente la vista que garantiza el transcurso a un futuro incierto.
Esas eran las mejores noches, donde sólo se necesita un mensaje de texto sin grandes explicaciones a las personas correctas. La música al máximo volumen, en un intento de silenciar los abrumadores pensamientos que intentan derribarnos. El cabello alborotado en el huracán de aire que generan las ventanas desaparecidas. Las gargantas completamente secas, deseosas de un descanso que no conseguirán, por la necesidad de gritar cada una de las palabras de las canciones que rugen desde los parlantes. Donde nada más importa. Donde lo único que puede detenernos son las rojas luces de la ciudad. Donde las risas son tan fuertes que hacen que la cara y estómago duelan de la mejor forma posible. Donde los problemas se vuelven un vago recuerdo de que la vida continúa en la mañana, pero por estas horas todo se detiene por un rato.

“Quienes disfrazan sus dichos construyen hechos desnudos”
Nadia Sención
Recomendado de la semana
Libro
Bárbara Castro @escola_de_literatura
El Jilguero, Donna Tartt.
En El Jilguero, Donna Tartt juega con las palabras como quien tiñe recuerdos con sus colores menos hipócritas. Desnuda un desfile de personajes ordinarios y a su vez complementarios – el Pathos de Theo y la salvación desde el Eros de Boris – tal cual nuestro ser, vez tras vez expuesto a un ritmo narrativo ondulante: por veces bravío y otras cerca del ahogo, pero sobretodo corto, tal cual la vida.
Las casi 1200 páginas de esta edición pasan por nuestros ojos y por nuestra memoria lectora de manera tan liquida que el encuentro con el seco cierre de la trama, tan claro e insólitamente inesperado, deja un vacío en el pecho, extrañando esos lugares donde los hechos suceden casi que en vacuo, una Las Vegas sin leyes o la infancia pura, lienzo en blanco para ser manchado por la realidad de la oscuridad del alma.
“Es un honor y un privilegio amar lo que la Muerte no puede alcanzar.”

1 comentario en “Movimiento Infradecadente”
esta columna no defrauda