Texto: Mercedes, por Barbara Castro (@escoladeliteratura)
Escribir para alguien es abrirlo a sí mismo.
Pero, ojo!
Los poetas
fingen dedicar palabras
y, al fin y al cabo,
Tout c'est moi!
Porque sí, señor!
Yo aún robo un descapotable
de los ’80, como nosotros,
antiguo como nuestro espíritu,
solo para hacer volar tus canas,
cantando Onda Vaga
y viajándome suavemente.
Cordón, Barrio Sur, Palermo
saltamos escalones
te rapté en una azotea cualquiera
buscando estar más cerca del cielo
justo tu y yo:
ángeles caídos en espiral
dentro de nuestros huecos,
dentro de nuestros ecos.
Quiero secarte la ansiedad en el agua
beberla desde cada uno de tus poros,
olerte por cada chispa que a tu lado me explota
y chupar hasta la raíz de tus cabellos,
pecar como el calor de tu ser profano.
¿Qué es tan fuerte que quema dentro de ti?
El ardor transforma,
devora,
me hiere la piel
y besa el drama,
la escena,
la llama.
Venga! Que sea en arte y me trague, abierta,
tras las lentes gruesas de tus gafas,
tras las lentas muertes de tus cámaras,
fotos dormidas en una heladera
manos femeninas y tu aplastado paquete de cigarros…
Yo pude reconocer tu voz desde el Infierno.
Aire
de aire
de aire,
– ¿hay que ser tan raro?
Paséame en poema por tus colores,
Azul claro,
Azul grisáceo
el gris de tus ojos,
mar de lluvia…
un día húmedo, donde tu cuerpo repose en calma.
Yo,
allá me quedo,
y agradezco la inspiración.
Bárbara Castro
Reseña de Tengo Miedo Torero por Guadalupe dos Santos
“…no quiero callar sobre lo que no podemos hablar sino que se esfuerza por expresar
lo inefable…”;
Tengo miedo torero, escribió el maravilloso Pedro Lemebel y así ando con el
título de esa novela dándome vueltas y recontra vueltas. Tengo miedo, torero… sin lo
vacuo, en lo esencial, con la piel desnuda y colgante.
Tal vez, solo tal vez, comprenda que en el miedo hay belleza, en aquel miedo
que roba el llanto, sino sería un océano imparable y un tsunami de locura contenida. Por
eso dibujo palabras redondas y también puntiagudas, como cuchillos que apuntan al
espejo de mi cara. Tengo lo que tengo, nada más, ni nada menos, y pierdo el tiempo
para no malgastarlo en circos de inútiles enanos.
El tiempo, él solito, se ha encargado de quitarme mis tetas turgentes y mis rasgos
de belleza añorados. Tengo miedo, torero, por eso las palabras buscan malabares de
colores para asustar al terror, para que me abandone para siempre.
No sé cual belleza merecí, o si hay belleza aquí y ahora, porque el horror está en
mi pensamientos y relatos, retazos, rotos…
@guadalupedossantos
