En las primeras horas del miércoles, el Kremlin afirmaba que los cuerpos de civiles esparcidos por las calles de Bucha y las fuerzas armadas de Rusia era el responsable de tal masacre, eran parte de un “monstruoso montaje” por parte de Ucrania que debía de investigarse.
«Sin duda, el monstruoso montaje en Bucha se debe y es necesario investigar», dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa telefónica diaria.
A su vez, en el cementerio militar de Dnipró, veinticinco ataúdes esperan a ser sepultados en tres filas perfectas. Estos pertenecen a soldados ucranianos caídos en combate en el frente este; este número de bajas aumentan con el correr de las horas y obligan al capellán a doblar los entierros colectivos. De una decena de ellos no se saben los nombres.
El camposanto ubicado a las afueras de esta localidad del centro de Ucrania acoge cada semana entierros de militares muertos en la franja este del país, provenientes de ciudades tomadas por los rusos como Sumy y Jersón, de la disputada Járkiv y de las provincias ocupadas de Donetsk y Lugansk. Desde el 24 de febrero, ya han sepultado a 120 personas.
Por otro lado, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que “no tenemos indicios de que el presidente Putin haya cambiado su ambición de controlar toda Ucrania y también de reescribir el orden internacional», declaró el político noruego al llegar a la reunión de ministros de Exteriores aliados que se celebra este miércoles y jueves en Bruselas.