Por Nahuel García Rocha
Este viral hashtag, vuelve otra vez, por si ya no hubiese muchos ejemplos, a mostrarnos la realidad cubana, no la que nos pinta su gobierno, o más cercano el PIT-CNT, que pone en boca de los trabajadores el apoyo a estas dictaduras, como lo hizo en su momento con la dictadura venezolana.
La realidad que hoy vive Cuba es lo que siempre hemos visto pero que la ceguera selectiva de la izquierda mundial no quiere ver.
Hoy vuelven a ser la voz de los jóvenes, los que se arriesgan a hacer este tipo de declaraciones, sabiendo que un país como el que viven donde el mismo presidente justifica la falta de libre expresión de su pueblo, pueden ser víctimas de represalias.
Es otra prueba más del desastre que Cuba está viviendo, y no por los cubanos, muchos intentando escapar de ese régimen totalitario, y otros que con legitimidad intentan salvar su tierra desde dentro.
Los jóvenes como siempre, jóvenes con las ideas claras, jóvenes que nos cuentan su verdad. Hoy no podemos dar vuelta la cara, no podemos ponernos a apoyar a un régimen como el cubano que solo hace daño a su pueblo, debemos como latinos solidarizarnos y ayudar desde nuestro lugar, que es mostrando, aún más, la barbarie a la que está sometido el pueblo cubano.
Aceptar la pluralidad es legitimo y necesario, pero aquí no puede haber dos caras, hay una y es injustificable. Vergüenza siento al escuchar al integrante de la central sindical Abdala, pronunciando como en otras veces lo ha hecho, por ejemplo en su viaje a Venezuela donde puso en boca de todos los trabajadores del Uruguay la solidaridad con la dictadura del país, debemos decir que sigue por lo menos una lógica de pensamiento – todo gobierno de izquierda es bueno aunque sea una dictadura-, es normal que una persona que tiene esta clase de pensamiento defienda todo régimen de izquierda, tapándose los ojos ante los muertos, hambrientos, desempleados e incluso los migrantes que llegan en cientos a nuestro país.
Hoy Cuba continua atrapada en una dictadura, que ha ido cada vez destripando más a su propio pueblo, se han transformado en la peor cara del ser humano y la viva imagen de los que Orwell en su fabula imaginaba como cerdos.