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Se cumplen cuatro años del homicidio de Florencia Cabrera, la cajera de “Super Vero” ultimada de un disparo en la cabeza – Diario El Este

Se cumplen cuatro años del homicidio de Florencia Cabrera, la cajera de “Super Vero” ultimada de un disparo en la cabeza

Su familia recuerda el día en que la vieron por última vez

El 17 de febrero de 2018, Florencia debía reintegrarse a su empleo, tras haber disfrutado de algunos días de licencia.

Sin embargo, esa tarde, algo no andaba bien ella. Le dijo a su padre que no se sentía bien para ir a trabajar, pero teniendo en cuenta que sus empleadores contaban con ella para cubrir el turno asumiendo que era su reintegro, este le aconsejó que, si no era nada grave, debía presentarse en su puesto.

Aún dudando, Florencia se contactó telefónicamente con su madre, quien no se encontraba en la casa, y recibió la misma respuesta que su padre; así que dejó a su niño al cuidado de la familia, y a las 17.45, se marchó rumbo al supermercado en el cual trabajaba.

El destino la pondría esa noche en el camino de Christian Pastorino Pimentel, apodado “El Kiki”, quien tenía 13 anotaciones como sospechoso de homicidios, rapiñas, hurtos y una violación. Había sido indagado por esos ilícitos por efectivos de las seccionales 19 (La Teja y barrios aledaños) y 20 (Pueblo Santiago Vázquez), y contaba a con un antecedente penal por delitos de receptación y tenencia de armas. Así mismo, estaba requerido por el homicidio de su pareja, Alison Patricia Pachón, de 20 años, en el barrio Tres Ombúes.

El 6 de diciembre de 2017, «el Kiki» había asesinado a Alison Patricia de cuatro disparos mientras ésta se encontraba en su casa junto a su hijo de seis meses.

Ese sábado, 17 de febrero de 2018, mientras aún se encontraba prófugo, Christian Pastorino ingresó al supermercado SuperVero, ubicao en la Blanqueada, donde se encontraba trabajando Florencia. Apuntándola con un arma le exigió el dinero de la caja, pero el nerviosismo era tal que la joven lo lograba abrir la misma, por lo que se dirigió hacia otra de las empleadas la cual le entregó la recaudación.

Sumida en el pánico, la joven madre continuaba intentando abrir la caja registradora, pero Christian decidió marcharse con lo obtenido; no obstante, antes de abandonar el lugar, se detuvo, apuntó contra Florencia quien se encontraba de espaldas y le disparó en la cabeza a sangre fría, ocasionando su muerte.

Segundos antes había disparado a quemarropa a un guardia de seguridad pese a que este se encontraba en el suelo, sin posibilidad de defenderse tras ser golpeado.

La violencia desatada en el supermercado Super Vero generó un enorme estado de conmoción en la sociedad, tanto o más que el crimen del pizzero de La Pasiva, Gastón Hernández en el año 2012.

La carrera delictiva de Christian Pastorino terminó el 21 de febrero, cuando, al verse cercado por la policía decidió suicidarse de un disparo.

A cuatro años de aquel brutal homicidio, la familia de Florencia aún intenta recuperarse de los daños emocionales que les causó el crimen.

Daniela Pesce, su cuñada y amiga, esposa de su hermano, cuenta que conoció a Florencia siendo una niña, que pese a estar casi ingresando a la adolescencia, le encantaba jugar a las muñecas.

“Siempre fue muy estudiosa y exigente con su rendimiento, por lo que se dedicaba enteramente a superarse en las notas” recuerda Daniela.

Este fue el motivo por el cual, producto del estrés, previo a cumplir los 19 años fue asistida por “surmenage”, conocido como colapso intelectual, un agotamiento por sobrecarga y por exceso de tareas, que causa fatiga, ansiedad, depresión, cansancio y trastornos de sueño.

Debido a esto decidió tomarse un año sabático, precisamente en el cual conoció a quien sería, posteriormente, el papá del pequeño Facundo, el hijo que la víctima tenía al momento de ser asesinada.

La llegada del pequeño trajo aparejado un nuevo rol en la vida de Florencia, y se dedicó plenamente a cuidar de él, y trabajar para poder mantenerlo.

“Tenía apenas 19 años”, señala Daniela, “y todos colaborábamos para ayudarla, sus padres, con quienes vivía, su hermano y yo y nuestros hijos”.

Actualmente Facundo continúa viviendo con sus abuelos, a una cuadra de la casa de sus tíos y primos, tiene 11 años, y pese a estar rodeado de amor, y continuar los ejemplares pasos de su madre en los estudios, mantiene un vacío que nadie ha podido llenar, por una ausencia irreparable que le dejó aquel sábado trágico.