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Tinder es un laburo - Diario El Este

Tinder es un laburo

Por Juan Manuel Brindisi
Las aplicaciones de citas crearon una revolución a la hora de conocer gente. Las hay de acuerdo al gusto y a la orientación de cada persona y para muchos es una herramienta clave a la hora de salir, ya que acorta los pasos para lograr encuentros, que muchas veces terminan en la cama.
Me llamó la atención la siguiente situación, en una reunión de amigos, uno de los solteros del grupo comienza a contar su agitada vida amorosa, que se extendía casi de lunes a lunes: “son tantas las personas que hay y las posibilidades que te aparecen, que estoy saliendo casi todos los días. Laburo más para Tinder que para mi negocio”. Dijo con un suspiro.
“A mí me empezó a pasar algo parecido, tuve que bajar el ritmo porque era interminable”, comentó otro. Ambos coincidían en que el “esfuerzo físico” no era un inconveniente ya que generalmente la pasaban bien, el problema era que a la hora de estar con una sola persona en particular, no podían. Habían conocido gente que les gustaba mucho y querían intentar establecer algo más profundo, pero seguían enganchados a los match (Me gusta recíprocos) que ellos continuaban alimentando. Querían parar y no podían, se habían “enviciado”.
La clave estaba en algo que comentaron al pasar: “Crees que la persona que está por venir va a ser mejor que la que tenés”. Esta línea de horizonte infinita traba toda posibilidad de anclar cuando se quiere, ya que siempre la zanahoria se desplaza hacia adelante, con la promesa de que lo mejor está por venir una y otra vez.
Parecido a lo que sucede a la hora de elegir un producto en una góndola del supermercado y hay 15 marcas diferentes. Deriva en una “patología de la elección”, no saber con cuál quedarse. La lógica y el funcionamiento son parecidos. Las personas son ofrecidas como productos, haciendo góndolas de gente. Con tanta oferta, se embrolla la elección cuando se quiere ir por uno solo.
La posible salida está en dejar de creer en que lo mejor sólo está en lo que va a venir. De esa forma se podrá hacer algo con lo que se tiene. Desear ahora con alguien real y no con una fantasía móvil. Perder esa ilusión de eterna promesa, para no terminar siendo un consumidor consumido.