Este lunes se cumplen cuatro días de incendios y saqueos en el país acompañados de una extrema violencia, desencadenada inicialmente por el encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma.
El ejército anunció que apoyará a las fuerzas de seguridad que se encuentran desbordadas. Los incidentes estallaron el viernes en las zonas zulúes (este) de donde es originario Zuma y donde también ingresó en prisión tras ser condenado a 15 meses por desacato al tribunal.
Los disturbios se extendieron a Johannesburgo, especialmente a sus barrios más pobres, por motivos económicos que no tienen que ver con la condena a Zuma.
Por su parte, la policía manifiesta que los disturbios son un caos de “delincuentes e individuos oportunistas”. Además, los uniformados los persiguieron disparando balas de goma para dispersarlos y realizaron algunas detenciones, un total de 219.
Los disturbios se registraron en varios ciudades del país.
En tanto, presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, ha criticado que las recientes protestas a favor de Zuma, condenado a 15 meses de cárcel por desacato, están fundamentadas “en la movilización étnica” y ha denunciado la destrucción de propiedades e infraestructuras en el marco de las movilizaciones.
Además, indicó que “es motivo de preocupación para todos los sudafricanos que algunos de estos actos de violencia estén fundamentados en la movilización étnica. Deben ser condenados por todos los sudafricanos, a toda costa, dado que somos una nación comprometida con evitar la racialización y el tribalismo, fijada en la diversidad y la unidad de todo el mundo en Sudáfrica, independientemente de su lenguaje, cultura, creencia religiosa y raza”, sostuvo.
”Estos actos están poniendo en peligro vidas y están dañando nuestros esfuerzos para reconstruir la economía”, manifestó el mandatario, quien resaltó que la Constitución “garantiza a todos el derecho de expresarse y participar en protestas pacíficas”, si bien ha recalcado que “los implicados en actos de violencia serán arrestados y juzgados”.