Seguramente nos vamos a quedar con que sí estuvo mal anulado o no el gol
de Jonathan Rodriguez, si el Maestro hizo bien los cambios o simplemente
vamos a parar en los dos puntos que quedaron por el camino. Yo me quedo
con lo lindo que es ver la Selección, con ver a esos guerreros dejando todo en
la cancha, con la imagen de Tabárez sentado al costado de la cancha,
plasmando con tan sólo una mirada, lo que practicaron días atrás en el
complejo.
Me guardo en lo más íntimo del corazón la imagen del “chino” Rochet
sentado al lado del Facu Torres, recordándome una vez más, que al fin y al
cabo, todos tiramos para el mismo lado. Y seguramente hay quienes hinchan
más por su cuadro que por la Selección, pero en este caso los protagonistas
no solo nos dejaron fútbol, sino también respeto ¿Cuándo será ese día que
nos podamos sentar todos en el mismo banco? Ojalá sea pronto, porque a
veces nos separan más los colores que la propia pandemia.

En fin, fue un partido duro, donde Paraguay hizo lo suyo, supo presionar bien
e hizo del partido un trámite favorable para ellos. Uruguay no aprovechó los
espacios y no nos acompañó ni la suerte ni la puntería. Destacando un
jugador, me quedo con Facundo Torres, que entró en los minutos finales y
dejó impresa en la cancha su agilidad y estilo particular de meterse en
cualquier hueco para lastimar al rival. Varios somos los que le hablamos a la
tele diciéndole al maestro en el oído que lo ponga antes, pero bueno. En casa
siempre me enseñaron a respetar mis mayores, y Tabárez para mí, es uno de
ellos ¡Qué lindo ver a Uruguay nuevamente! ¡Gracias muchachos!

Belén Silveira